En vivo y no en directo
- Eric García Valladares
- hace 4 días
- 3 Min. de lectura

Cada vez es más común ver grupos de jóvenes que salen a restaurantes, cafeterías o incluso bares para pasar tiempo en presencia de sus amigos, alternándolo con la atención a otras personas a través de su teléfono. No logro entender esa dinámica de convivencia. O sea, reservas un espacio en tus actividades, para poder estar en un lugar con las personas de tu aprecio, pero ya estando con ellas, ¿tratas de realizar las actividades que dejaste pendientes? ¿No se supone que por eso estás ahí, para NO hacerlas? Terminan ocupando un espacio juntos, en vivo, pero transmitiendo en directo (en tiempo real) a otras personas. Y yo no sé si tenga un nombre ese fenómeno donde el que está presente (el que está en vivo) puede ver lo que el otro está transmitiendo en tiempo real (en directo) y puede interactuar con ese contenido al darle un like o un guiño ¡Qué sé yo! ¡¡Cuando está al lado suyo!! ¿Será como un bucle? Por favor si alguien sabe del nombre de este fenómeno, le agradeceré comparta su conocimiento con nosotros.
La cronopatía nos ha engullido de forma tal, que normalizamos la distracción, confundimos la productividady caemos en la trampa de la multitarea. No se trata de estar atento a todo lo que pasa, se trata de priorizar a qué le pones atención. No se trata de hacer más, se trata de hacerlo bien. No se trata de hacer muchas cosas a la vez, se trata de hacer las necesarias conforme al momento y el entorno.
El ser humano en su condición individual nunca ha llegado muy lejos, es más, ¡Nunca llegó a ninguna parte! Somos seres sociales que requerimos de compañía, colaboración, soporte, retroalimentación y ayuda. Nacemos buscando amor y morimos buscando amor. El amor reconfigura nuestro sistema de recompensas para apreciar a las personas y lo hace desde un sistema límbico que regula el afecto. Cuando compartimos tiempo juntos y nos comunicamos, logramos generar una vivencia, y esa vivencia implica que las circunstancias de la otra persona te importan.
En las últimas décadas hemos apreciado más la simulaciónque la vulnerabilidad. Valoramos la opinión que los demás tengan sobre nosotros, aunque esa opinión se haya formado a través de “saberme” más alto, más fuerte, más delgado, más inteligente o compasivo. Mostrarme como realmente soy,implica que ya no estaré vigente. De esa manera es como, ahora, vamos formando comunidad y la hacemos sólo con las personas que al verme validen mi postura, porque si están en desacuerdo entonces no formarás parte de mi comunidad. Y las comunidades necesitan la diversidad de opiniones para alcanzar cierta madurez. Esas opiniones amplían mi visión, estiran mi horizonte, me hacen considerar nuevas alternativas.
La realidad no es objetiva. A veces se le extravía la “b”. La realidad es siempre subjetiva. No podemos erigirnos como poseedores de verdades absolutas sólo porque un numeroso grupo de personas, que hoy son mis seguidores, validan mi opinión. Recuerda que ellos podrían estar simulando también en función de los intereses que tú representas. Si bien hay condiciones y hechos externos que conforman la realidad, nuestra experiencia ante esas condiciones es personal.
Recuperemos la apreciación por las vivencias, haciéndole saber a la otra persona que realmente nos importa. SimonSynek explicaba que “…incluso tener el celular sobre la mesa, aun y cuando esté boca abajo, le da la sensación a la otra persona que no es lo más importante en ese momento…” ¡Ahora imagínate cuando tiene que esperarte para que termines de enviar ese mensaje! Dejemos atrás el querer utilizar cada segundo para ser productivos, dejemosde simular que somos tan importantes, que la gente requiere de mi presencia digital (en directo). El estar ocupado, no te hace ser más productivo, y en ocasiones sólo te mueve hacia la casilla de desconsiderado. Las vivencias enriquecen no sólo el intelecto, sino el alma misma. Las vivencias son valores de experiencia (Frankl 1946), son ese instante donde al compartir, admirar, apreciar nuestro momento presente, se nos abre la mente para admitir una realidad compartida que genera valor para quienes estamos presentes (en vivo).
Apreciemos otras visiones para ensanchar nuestro foco, conciliemos opiniones aun y cuando nos parezcan contrarias a lo que en nuestro entorno es común. Valoremos a la gente que ha dejado de hacer cosas para estar con nosotros y convivamos con ellas en vivo y no en directo.
En Diario 21

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