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Cuestión de tiempo y despacio

  • Eric García Valladares
  • hace 3 días
  • 3 Min. de lectura

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Se dice que uno de los recursos más valiosos, que no puede ser recuperado, almacenado ni fabricado, es el tiempo. Si los recursos financieros se ganan, se invierten, se maximizan, se comparten, se ahorran, se cuestionan antes de gastarlos, se prestan y hasta se duplican. ¿Qué nos impide hacer lo mismo con el recurso “tiempo”?

Veamos la perspectiva de lo tangible. Cuando tenemos dinero en nuestras manos, nuestro primer impulso es … gastarlo. Ya sé que en sus mentes cruzó un pensamiento similar a “por dos” o “si soy”. Pero como el tiempo no es algo que podamos palpar, ni sostener en nuestras manos, nos resulta más complejo pensar en el tiempo como algo que se pueda ahorrar, invertir o maximizar. Para ello hace falta tener una visión de futuro, es decir, una imagen que se encuentra adelante en el tiempo.

Las decisiones son tomadas lo quieras o no, ya que no tomar decisiones, también es una decisión. La sensación de control en esa toma de decisiones nos da a su vez, la sensación de libertad. De este modo llegamos a pensar que nuestra toma de decisiones cuenta con nuestra libertad para elegir. Nada más alejado de la realidad. Tomamos decisiones sobre las condiciones materiales existentes impuestas por un sistema que genera un número limitado de opciones sobre las cuales debemos elegir y con una serie de variable que en muchas ocasiones dejan de ser un beneficio, para convertirse en opciones con el menor daño posible.

¿Y entonces? ¿No puedo decidir por mi mismo las opciones que me lleven a un mejor lugar a través del tiempo? La respuesta es, por supuesto que puedes. Sólo se te describen las alternativas disponibles para que se observe cuales de ellas tienen atributos que benefician a unos, pero perjudican a otros, en un lapso de tiempo determinado.

Recuerdo aquel edificio que tenia problemas con sus elevadores. Los usuarios se quejaban mucho porque los elevadores eran insuficientes y tardaban demasiado para llegar a los diferentes pisos del mismo. Empezaron a considerar opciones como ampliar los espacios interiores para aumentar el número de personas desplazadas, lo cual implicaba modificar la potenciade los motores y robustecer la resistencia de los materiales; también pensaron en hacer una especie de apéndice en el edificio para colocar nuevos elevadores. Sin embargo, una persona muy observadora se enfocó en la solución, no en el problema. Y resolvió la situación con una mínima inversión. ¿Cuál era el problema? No era que fueran lentos o con poca capacidad. No era que eran escasos. El problema era que su experiencia de espera no resultaba agradable. Así que colocaron espejos a los lados de las puertas de los elevadores, las mujeres aprovechaban para corregir su maquillaje, los hombres aprovechaban para acomodar su corbata y en general a cada uno le parecía una ventaja tener ese espejo ahí. Resultado: se disminuyeron casi en su totalidad las quejas por ese tema. Entonces el problema eran las quejas, no el contenido de las mismas. La experiencia de “perder el tiempo” se convirtió en una experiencia de “aprovechar el tiempo”.

Puede que pienses que tu tiempo ya está escrito, pero también es importante que consideres que aún NO se consume. Planeación es diferente a ejecución. Nuestra visión de futuro nos permite tener perspectiva. Pensamos más en lo que nos gusta que en lo que nos cuesta.

El tiempo nos afecta a todos. La inversión de tiempo da resultados para todos, negativos a positivos. Si consumiste tu tiempo en vanalidades que afectaron tu salud, o en desarrollar alguna habilidad que te permita estar actualizado y vigente en el mercado laboral, hoy esos efectos repercuten en tu economía, en tu movilidad y en el bienestar de tu familia.

Se dice que nunca es tarde, que el tiempo es oro, que demos tiempo al tiempo. Todos son ciertos. Si tu energía es alta y anhelas aprender, emprender o construir, sólo hazlo, no pienses si es o no tarde, todo es relativo para quienes NO tienen tus resultados; el tiempo tiene el valor exacto, es una divisa multifactorial que es altamente valiosa cuando estamos en el lugar correcto y no vale nada cuando las circunstancias son adversas, su valor áureo está en función de tu perspectiva; dar tiempo al tiempo NO es esperar, ¡no! Cuando voltees al pasado e identifiques las conductas más destacadas de tu historia que te llevaron a mejores resultados, recupéralas, dales una pulida y actualízalas para que te ayuden a mejorar tu tiempo presente, a eso le llamo dar tiempo (pasado) al tiempo (presente) para mejorar la expectativa del tiempo (futuro).

Hay que pensar sin prisa y hay que actuar con velocidad. Todo es cuestión de tiempo y despacio.

Diario 21

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