Bienvenido el mes patrio, con sus calles llenas de luces tricolores, con trenzas adornadas de listones verde blanco y rojo (aunque sean postizas), los bigotes de $10 pesos y los sombreros de palma gigantes, bienvenido septiembre con sus matracas y el olor a pozole, esquites con chile del que si pica porque en este mes nos sentimos más mexicanos que todo el año.
Querido lector, en esta ocasión me encuentro aun más gustosa de saludarte, me uno a la fiesta del año, me uno a la algarabía de celebrar nuestra independencia. Gritar ¡VIVA MÉXICO! Cobra aún más fuerza durante el noveno mes del año en donde todos nos sentimos patriotas y nos vestimos de “mexicanos”, para ir a una noche “mexicana” para comer comida “Mexicana” siendo mexicanos y viviendo en México; y esa es precisamente nuestra esencia, encontrar lo sarcástico, lo ridículo, el lado bueno y reírnos, encontrar el pretexto para convivir y festejar.
Pero el ¡Viva México! Ha tomado un significado aún más estridente a lo largo de los últimos años, no sólo celebramos la independencia de un país que tras años de esclavitud logró quitarse el yugo de un imperio que colonizó nuestra tierra, nuestro pensamiento, nuestras creencias y nuestra sociedad, también celebramos la lucha que lleva el mexicano día con día.
El mexicano se levanta todos los días para poder ofrecerle algo mejor a su familia o a su persona, madruga y se coloca la mochila del proletariado para dirigirse a la “Chamba” de 8 horas, se sumerge en el tráfico caótico de la ciudad durante dos horas pensando en lo mucho que han subido los precios y el mal estado de las calles. El bullicio de las personas del transporte colectivo hace que se coloque los audífonos para apagar de a poco sus pensamientos, las deudas pendientes, la colegiatura, la gotera y la despensa que hay que surtir y por si fuera poco los útiles pendientes que hay que comprar. Regresa de noche a casa, caminando por la misma acera que lo vio irse al trabajo desde las 5:00 am, la misma calle que recorre de lunes a sábado y que no ve el sol ponerse en el asfalto a menos que sea domingo, el único día de descanso. Pero México no descansa, México sigue vivo las 24 horas del día los 7 días de la semana.
En otro poblado, no muy lejos de la ciudad México se despierta las 6:00 am, con los pies descalzos en el piso de tierra, tiende el catre con la sábana delgada y se dirige a recoger lo huevos del gallinero, peina su cabello con trenzas de listón y coje una mochila distinta, no es la del proletariado, es la del sueño de terminar la primaria, aunque va en 4° grado de primaria y aun no sepa leer bien, aunque las tablas de multiplicar no se las sepa de corrido, a pesar de que los útiles no estén completos, de que solo haya un cuaderno para escribir y el estómago vacío para irse a la escuela, aunque tenga que recoger a sus hermanos pequeños por que mamá está en el campo y no sabemos dónde está papá México persiste con las ganas de superarse, de continuar con el sueño de llegar incluso a la secundaria.
No muy lejos de ahí México despertó a las 7:00 am, se duchó, se puso ropa limpia, se colocó el delantal blanco característico de los carniceros y abrió el local puntual a las 8:00 am, preparó la vitrina y los cortes de carne que normalmente se suelen vender durante la mañana, preparó también los $200 pesos de la cuota por el “cobro de piso” porque es el pan de cada día de los comerciantes hundidos en la zozobra, el miedo y la incertidumbre, pero México se ha acostumbrado muy rápido a las promesas falsas de los políticos en las que aseguran terminar con el crimen organizado y a fin de cuentas sigue siendo lo mismo, lo único que ha cambiado es que la cuota de hace un año la cobraba un cartel distinto.
Pero está también el México que no durmió por estar debajo de un puente pasando frío y hambre, víctima de la drogadicción, está el México que se viste de lentejuelas y minifalda ofreciendo servicios nocturnos, víctima de la trata de blancas o simplemente del desempleo y la discriminación.
No olvidemos el México que no despertó, o mejor dicho el que dejaron colgado de un puente, en bolsas de basura, en hieleras del oxxo o en terreno baldío de la calle vecina con una cartulina que contenía un mensaje con mayúsculas y minúsculas, con faltas de ortografía e incitando a la violencia.
México la noche del 15 de septiembre y la madrugada del 16 de 1810 se levantó en armas en contra de una monarquía que no reconocía los derechos del pueblo indígena, pero todos los días México lucha en contra de la pobreza, de la desigualdad, el feminicidio, el narcotráfico, la economía del carajo y la corrupción. El mexicano lucha contra todo ello día con día, no se rinde, enlista su fusil y se dirige a la realidad. Y aun así, permanece erguido, gallardo, valiente y optimista.
¡QUE VIVA MÉXICO! ¡VIVAN LOS HÉROES QUE NOS DIERON PATRIA! ¡QUÉ VIVA MI LUCHA, TU LUCHA! ¡VIVA MÉXICO! ¡VIVA MÉXICO! ¡VIVA MÉXICO!
En Diario 21
Magnifica forma de describir la realidad que se ve y se esconde. Gracias por recordarnos que no hay nada más mexicano que seguir luchando