No le pidas peras al alma
- Eric García Valladares
- hace 11 minutos
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En estos tiempos de exigencia de derechos y privilegios, poco se habla de responsabilidades y cooperación. Se exige la educación en situaciones no estresantes, pidiendo las respuestas por adelantado, no sea que en una de esas el alumno vaya a pensar y comprometer su salud emocional. Se exige la gobernanza con beneficio a los más necesitados, pero se les permite personalizar las políticas para que podamos escuchar lo que necesitamos escuchar. Queremos que sea creíble, aunque no sea verdad; queremos que suene lógico, aunque no sea de utilidad; queremos que sea diferente, aunque no sea mejor; queremos que sea chistoso, porque la seriedad nos ofende; queremos conservar la privacidad, exigiendo la transparencia; queremos ofender públicamente, para exigir nuestro derecho al anonimato.
Rigoberta Menchú solía decir que “no hay justicia sin igualdad”. Pero ahora la igualdad ha cambiado de significado. La igualdad se interpreta como una condición de número, sin considerar la competencia. La igualdad debe imponerse a todas las personas, siempre y cuando no nos afecte a nosotros. La igualdad es una función matemática, pues debe haber el mismo valor en ambos lados de la igualdad, aunque el valor sea un constructo ideológico que nada tiene que ver con la funcionalidad. De tal suerte que hoy podemos decir que la igualdad no siempre es justicia.
Lo primero que hacen las matemáticas, es ayudarte a pensar. Su desarrollo está basado en la observación y su codificación simbólica para representar la realidad mas compleja en un esquema simplificado. En lugar de escribir “si tienes tres grupos de objetos y cada uno de esos grupos se constituye de siete objetos, podemos decir que el total de objetos es la suma de cada uno de los objetos en los tres grupos, teniendo una sumatoria de veintiún objetos en total”. Las matemáticas lo simplifican en 3 x 7 = 21. Por lo tanto, lo primero a lo que nos ayudan las matemáticas es a ser sofisticados y decodificar esos símbolos para entender su relación con la realidad. Pero nosotros insistimos en que la raíz cuadrada no nos sirve para nada. ¡Nos sirve para pensar! ¡Nos sirve para poner atención de manera sostenida hasta resolver un problema! ¡Nos sirve para iniciar una actividad y mantenernos en ella hasta terminarla! Y todo eso va forjando nuestra personalidad. Se requiere pensar, criticar el proceso, observar nuestra respuesta emocional, resistir la tentación de la distracción, postergar la recompensa para obtener un mayor beneficio.
No puede haber justicia sin pensamiento crítico en función de un resultado favorable para ambas partes.
Trataré de redondear mi comentario respecto a la justicia, igualdad, pensamiento crítico y respuestas conductuales.
Hace unos días, por diferentes circunstancias, estuve presente en la detención de un joven (tal vez con apenas la mayoría de edad), quien había estado ingiriendo alcohol, y tal vez alguna sustancia adicional que alteró su sistema nervioso. Al momento de detenerlo, se mostraban algunos indicios en su rostro resultado de un forcejeo con quienes lo detuvieron, antes de que las autoridades llegaran. Todo indica que la patrulla no llegó de inmediato y hubo un espacio de tiempo importante donde se incurrió en acciones para evitar que el chico se retirara del lugar. Honestamente no puedo imaginarme la angustia de las personas que se encontraban al interior de su vivienda tratando de evitar que algo malo les hiciera este individuo. Pero tampoco puedo imaginarme la angustia de un padre sabiendo que su hijo ha sido detenido. No pretendo hacer un mal comentario. Por favor, sólo acépteme la visión alterna de la misma escena. ¿Sabe qué me hubiera gustado ver? Me hubiera encantado ver una sociedad amalgamada en términos de justicia, igualdad, confianza y responsabilidad. Me hubiera gustado ver mas signos de conciliación y menos signos de prepotencia. Me hubiera gustado ver que un padre angustiado, apenado y amoroso, llegara al lugar de los hechos y dijera “Señores, señoras, es mi hijo, y estoy muy apenado por la conducta del muchacho, por favor, no lo lastimen más, yo me haré responsable de esta situación, cubriré lo que se haya maltratado y tendré una dinámica aleccionadora con mi muchacho. Tal vez mi hijo pase hoy la noche en los separos, tal vez mañana también, y cuando salga seré yo quien esté esperando a mi hijo para formar parte de la solución en la corrección de su comportamiento”. Me hubiera gustado ver muestras de certeza y tolerancia para cooperar como sociedad en términos de igualdad de oportunidades y búsqueda de la justicia más que de venganza.

No le pidas justicia a quienes no saben de igualdad. No le pidas igualdad a quienes no tienen sentido crítico. No le pidas tolerancia a quienes han sido agraviados e invisibilizados. Nunca seas violento para exigir calma. No le pidas peras al alma.
En Diario 21

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