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Eric García Valladares

Libre es hoy, libre es hoy

En algún momento de mi atribulada vida las condiciones materiales de mi adolescencia me llevaron a estudiar en una institución que nos formaba con conocimientos y habilidades técnicas para aplicarlos en fuentes de trabajo que demandaban mano de obra especializada. Contar con jóvenes de entre dieciocho y veinte años quienes ya traían una formación académica que se adaptaba a las necesidades de la industria de la transformación, nos permitió ascender más rápido en la escala de las juventudes elegibles para el mercado laboral. Esa situación me dejaba con una sensación de libertad financiera derivada de la libertad para haber elegido la carrera que yo quería (aunque fuera técnica). Sin embargo, cuando lo pienso con mayor detenimiento, logro alcanzar a ver que no me quedaba de otra, ya que honestamente, lo único que (según yo) pude elegir fue mecánica en lugar de electricidad.

No es por presumir, pero en aquellos años cuando al muro de Berlín le faltaban tres años para ser derribado, me desempeñaba con un nivel de moderado a sobresaliente en las artes dancísticas. Cabe mencionar que no era yo un Barýshnikov ni me andaba buscando Amalia Hernández, pero en una de esas los Menudo me andaba contratando. Y entonces ¿por qué no seguí mi sueño de bailar profesionalmente? Simplemente porque me había creído esa narrativa de que no se puede vivir del arte. Más adelante tuve que decidir entre seguir siendo parte de un sindicato de trabajadores con un contrato colectivo o aceptar la invitación para formar parte de los empleados de confianza que tienen un contrato individual y solucionan sus conflictos con sus propias habilidades de negociación. Tenía la libertad de escoger la manera en como mi crecimiento en la empresa se podía transformar y me encantaba la idea, aún y cuando el área de desarrollo fuera una completamente nueva para mí. La pregunta es ¿de verdad tenía yo esa libertad o era yo el producto de una serie de circunstancias por las cuales me estaba dejando llevar?

Se dice que en una persona tiene libertad, cuando nada lo condiciona. Por otro lado, se afirma que las circunstancias del presente han sido determinadas por el sistema de toma de decisiones que preceden a cada momento particular de nuestra vida, y tú estás condicionado a elegir sobre la base de ello, lo cual le resta mérito a tu libertad. Es algo así (en teorías determinísticas) como si todo estuviera ya escrito. Y es aquí cuando Neo, el personaje principal de Matrix, cobra sentido, pues es un cuate que vive pensando que es él quien elige su forma de ganarse la vida y elige la manera en cómo vivirla, pero cuando en la película le muestran una realidad diferente (por cierto, a través de la elección de la cápsula), se da cuenta que todo aquello en lo que él creía y todo lo que él había elegido, simplemente era un condicionamiento de las circunstancias de ese momento.

Para no entrar en polémica sobre lo que está completamente determinado y aquel espacio donde tu percepción dice que eres libre de elegir, quisiera establecer algunos elementos que me parecen relevantes. Bueno, déjame decirte que quiero que sepas y a la vez te enteres, que el hecho de que nosotros tengamos esa “sensación de que podemos elegir” (vamos a dejarlo así por el momento), se traduce en un estado de madurez, ya que la manera en como nosotros tomamos decisiones y nos apegamos a un orden de pensamiento, nos permite tener una sensación de control, sea real o predeterminada. Cuando un pequeño o pequeña intenta valerse por sí mismo apoderándose de la cuchara para disfrutar su papilla, se lleva a cabo un intento por medir sus límites y establecer su autosuficiencia, lo cual le da una sensación de logro para buscar su siguiente desafío. Si esto le ayuda a generar confianza en su coordinación motora, o le ayuda a que cada día busque superarse a sí mismo, o le da la sensación de que con su propio esfuerzo y en ausencia de un adulto, él puede alcanzar la meta fijada, entonces estamos teniendo un desarrollo cognitivo, psicomotriz y emocional. Algo similar ocurrirá con las sobreestimuladas juventudes. Si el pensamiento crítico es fomentado desde casa a través del emprendimiento de tareas que llevan cierta progresión en su grado de dificultad y la asignación de responsabilidades incluyen consecuencias del cumplimiento, habrá una mayor oportunidad de que, aun cuando ciertas condiciones materiales sean determinantes, la juventud pueda tomar, con su perfilada libertad, las decisiones que lo coloquen en una mejor posición para la visión de futuro que ha trazado con anterioridad.

La libertad de elegir tiene que ser basada en tu presente y despegada de los condicionamientos del pasado, de los cuales sólo evitas aquellos que no te llevaron a buen puerto.


La libertad es hoy. Ser libre es hoy. Vivir en control de tu vida futura es hoy. Libre soy porque libre es hoy.


En Diario 21


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