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Eric García Valladares

El ése de la ésa

¿Recuerdas alguna ocasión en que la ardillita en tu cabeza estaba jugando matatena y dejo la jaulita desamparada? Es probable que estando en el trabajo sosteniendo una identificación recién impresa que debes colocar con cinta adhesiva en una carpeta con el objeto de identificarla, sólo aciertas a decir “pásame el ése para poner ésta cosa”. O te hayas encontrado ante una situación que te distrae lo suficiente para tener la dificultad de recordar el nombre del atomizador de agua que usamos para limpiar la mesa, y entonces sólo aciertas a decir ¿alguien vio el psst psst? A veces cuando una atenta persona y gentil persona se ofrece a ayudarte, preguntará primero ¿el queeeeeeé? Y esta forma de alargar la pregunta funciona como un gatillo para que se escuchen las risas de todos los presentes. En algunas otras ocasiones la misma situación y las mismas preguntas tendrán tu reacción de semi enfado diciendo “oh que la … ¡me entendiste ¿no?! Ser específicos requiere de atención en la tarea, en las personas y por supuesto en las palabras que utilizamos para nuestra interacción en actividades comunes donde intervienen dos o más colaboradores.

En el antiguo testamento se encuentra un pasaje que habla de esa especificidad. Es del apóstol Santiago y dice: “No teneís, porque no pedís. Pedís y no recibís, y esto es porque pedís mal” En ningún momento pretendo evangelizar a ninguno de mis lectores. Sólo recuerdo el pasaje como una forma de subrayar la importancia, desde siempre, de ser específicos.

En ocasiones nos encontramos conviviendo con personas apreciadas a las cuales queremos halagar con nuestra compañía, y les queremos hacer sentir apreciadas mediante la oportunidad de escoger sus alimentos (por ejemplo) preguntando ¿qué te gustaría que comiéramos hoy? A lo que no se hace esperar la respuesta “mmm no sé… lo que tú quieras” e insistes “¿mariscos?” y te responde con un “¡ay no! La última vez me hicieron mal. Pero lo que tú quieras”. Tal vez a ti nunca te haya pasado si es que acabas de llegar de Saturno, pero hay mucha gente aquí e la tierra a quien esta situación le resulta familiar.

Hay una película muy entretenida llamada “La extraña vida de Timothy Green” donde unos padres jóvenes realizan una lista de deseos que definen las características de su hijo. En el desarrollo de la trama, sus deseos se van cumpliendo en el fondo, mas no en la forma. Estos padres se dan cuenta de que efectivamente sus deseos se iban cumpliendo y a ellos no les queda más que aceptar que les faltó ser más específicos.

Imagínate que le dices a tu esposo algo que traes guardado desde hace ya varios meses y que de verdad quieres que se cumpla “¿por qué no pasas más tiempo con nosotros?” Y “zácatelas”, al otro día te dice que lo regresaron del trabajo porque empezó una cosa llamada pandemia, y ahí lo tienes, pasando más tiempo con ustedes. O un trabajador fastidiado de la forma en como nadie está valorando su trabajo y dice “como me gustaría no tener que verle la cara a mi jefe todos los días” jajajaja Sí. Seguro estoy que adivinaste lo que iba a escribir. ¡Claro! Lo despiden y su deseo se cumple.

Necesitamos conocer más respecto de lo que nos gusta, de la forma en cómo nos gusta, de la duración de eso que nos gusta, del alcance de aquello que nos gusta, de quién lo queremos recibir, de cuando lo queremos, de para qué lo queremos, y así podemos establecer un punto de partida para realizar una demanda seria al universo. Porque el universo es como una tía que tengo que no voy a mencionar su nombre para no quemar la prima de mi papá que es originaria de Taxco de Alarcón, pero trabaja en el Vips de Chilpancingo y su nombre de tres letras empieza con A y termina con A… ¡en todo está! Y si haces una declaración de la que pueda echar mano, la cumplirá con la información que tú le has solicitado consciente o inconscientemente.

Cada uno de nosotros tiene su propia realidad, su propia verdad, su propia belleza, su propia forma de amar. Sé específico lo más que puedas. Determina tus metas con la mayor especificidad posible. Tu visión del futuro es el más importante elemento para tu desarrollo personal. Cuando te den las piezas para armar ese hermoso rompecabezas llamado “vida”, no te desgastes contando las piezas, nunca están completas; no te esperes a tener el momento apropiado, no te esmeres en tratar de armar las formas conocidas; es más importante tener la visión de la imagen terminada, y verás que eso te dará inspiración e incluso descubrirás que algunas piezas ya venían semi ensambladas, esperando la genialidad de tu imaginación para encajar en el lugar preferido de tus afectos y corresponder a la estructura de tu visión.

Sueña, imagina, crea y transforma tu vida con la claridad de tu imagen mental en el éxito que tú diseño te reclama.

Nos leemos muy pronto, mientras tanto voy a reparar el ése de la esa para seguir escribiendo.


En Diario 21


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