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Rosario Ramos

¿Y las calificaciones?



Rosario Ramos

El regreso a clases en México llegó, las escuelas se han preparado para trabajar a distancia y los padres se encuentran en la dura obligación de atender a sus hijos con sus tareas escolares. Este momento, para muchos, ha sido razón de estrés e inconformidad, pero es necesario ver el lado importante del momento desde un sentido formativo, pues la preocupación de muchos recae en el rezago que pueda crearse en sus hijos y aprendices, por lo que es necesario recordarles hacia dónde debemos dirigir nuestra atención.

Tanto a estudiantes, padres de familia y maestros aqueja mucho el resultado educativo, pues cultural y administrativamente las calificaciones “definen” lo que un estudiante aprendió. El semestre pasado conocí casos de alumnos que lloraron por una mala nota; he tenido experiencias con padres de familia que exigen dieces a sus hijos y se molestan con el profesor cuando esto no ocurre; existen también autoridades educativas enfocadas en revisar resultados cuantitativos de los grupos que atienden los profesores para valorar su desempeño de esa forma.

Todos crecimos con experiencias sobre calificaciones en algún momento escolar de nuestra vida, nos afligimos por el resultado de un examen, nos preocupamos por obtener una buena nota para ser felicitados por nuestros padres, nos esforzamos por estudiar para pasar la prueba de ingreso a alguna institución; algunos incluso lo hicimos para conseguir un empleo. Lamentablemente estamos inmersos en la creencia de que una calificación define al ser humano que la obtuvo, lo cual es completamente erróneo.

Si bien es cierto que las calificaciones son el recurso que permite determinar valoraciones y, en gran medida las oportunidades de muchos, esto no debería repercutir en nuestro andar diario, mucho menos en nuestro estado emocional, pues solo se trata de números, mas no de las habilidades que realmente hemos adquirido. La oportunidad que tenemos con el trabajo en casa, tanto docentes como padres es esa, dejar de preocuparnos y presionarnos por valoraciones cuantitativas.

Las matemáticas, el estudio de la lengua, la historia y todas las demás asignaturas son fundamentales, pero los niños no tienen que ser expertos en todas ellas, deben conocerlas y comprenderlas para ser capaces de ponerlas en práctica fuera de la escuela, a fin que puedan serles útiles. Memorizar respuestas, sucesos, reglas, fechas no significa saber mucho, es el reflejo de forzar que se conozca lo que voluntariamente no se desea ni se apropia por decisión, sino por obligación.

Un estudiante que no obtiene buenas notas no será un adulto fracasado, no es una persona que no sabe o que no posee habilidades, es más bien un individuo a quien se le ha desperdiciado un talento por el afán de verlo en el cuadro de honor en la escuela y se le han descuidado otros aspectos de su formación.

En educación, hoy día se habla de formación integral, esto se refiere a que en las aulas no se trabajan únicamente asignaturas, no se prioriza la memorización de información, se refiere a que la intención es formar personas en todos los sentidos: saber (conocer), saber hacer (habilidades) y saber ser (actitudes). Un pequeño puede conocer mucho, pero no saberlo llevar a la práctica, o peor aún puede saber y saberlo hacer, pero no tener las actitudes indicadas para ello.

Si tu hijo no sacó 10 en todas sus materias no es motivo de escándalo, tampoco se trata de que permitas que repruebe y no se responsabilice de su educación, el punto aquí es divorciarnos de la idea de que solo los niños sobresalientes en sus calificaciones tienen futuros prometedores. Dejemos de alimentar la idea de que solo el saber importa, cuando nos quejamos de la falta de valores, de las personas poco aptas para un cargo, del tipo que sabe mucho, pero hace poco, de que sepamos manejar cuentas, pero no emociones. Debemos prepararnos para la vida, no para una nota.

Por tal razón, ahora que los estudiantes se tienen en casa es importante que estemos pendientes de su formación, que contribuyamos desde nuestro lugar a que las habilidades que adquieran las disfruten y sean conscientes de ello.

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