(Poeta mal pagado)
Si algún día me pierdo y no hallas cómo lograr que me encuentre, lo primero que
debes hacer es decirme dónde estoy, dime quién soy. Explícame con cuánta
lujuria te observé mientras deslizaba mis manos sobre tu cintura, aquella noche
que valiente me atreví a acostarme al lado de ti y te tomé por sorpresa.
Ejemplifícame con detalle que las únicas lucecitas que quería ver después de las
puestas de sol eran tus ojos, sin importar la hora, sin importar el lugar, porque
podía quererte de mil formas; dime que mis halagos eran besitos no plasmados en
la piel.
Hazme caer en cuenta que soy un hombre amable, compasivo, que aprendí a
perdonar a quien nunca me perdonó, que me gusta el frío, que me encantan las
películas de ficción, porque tergiversan la realidad. Recuérdame que el dinero no
me importa, que adoro los paisajes, que disfruto viajar con los auriculares a todo
volumen, que me gustan las fogatas, cantar y leer poesía erótica; menciona que
mi autor favorito es el viejo rancio de Charles Bukowski.
Recuérdame el nombre de mi madre y de mi padre; dime por qué toda mi familia
me necesita; descríbeme a mis mejores amigos. Dime que a veces tengo miedo,
miedo de perderte, repítelo más de dos veces cuando creas que me he perdido.
Di en voz alta que te quiero, si el silencio nos ahoga dentro de una habitación,
dímelo, aunque no pueda escucharte. Tenemos muchas fotografías,
muéstramelas; recuérdame que me encanta el café que preparas, que adoro cómo
duermes, que siempre ha sido mi decisión cuidarte.
Hazme recordar que te quiero, si un día ante tus ojos me has perdido.
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