Las cuatro paredes y media ventana de esta habitación son testigos de cuánto duele la madrugada, las sábanas me abrazan fuerte como queriendo consolar a mi alma y yo, no puedo más que cerrar los ojos intentando contener el llanto que rompe mis párpados como si fueran de porcelana.
Te fuiste en abril y desde entonces la primavera se convirtió en otoño, mi sonrisa se consumó y las horas se volvieron demonios, los recuerdos me queman viva entre noches de insomnio y cuando logro dormir me despierta la pesadilla de no tenerte porque murió el amor que un día lo fue todo. No se porqué, a pesar del tiempo y lo vivido no quiero quererte, dirán que estoy loca pues aunque moría por ti no intente retenerte, prefiero mentirles, les digo que tu adiós ya no me duele, que cuando te marchaste sonreí y te desee suerte, que mis ojos ya no te lloran, que mis labios ya no te extrañan y que ya no habitas en mi mente.
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