No me gusta el café.
Al contrario de muchas personas no me provoca nada.
Su sabor fuerte y amargo no me despierta.
Yo no funciono con él.
Lo bebo porque me recuerda a ti.
Cada vez que siento su aroma automáticamente invades mis pensamientos.
En cada sorbo que va hasta mi alma vas tú con esa mirada neutra y a veces perdida.
Saborear su esencia es como sentirte cerca y a la vez tan lejos.
No me gusta el café, prefiero otros combustibles para motivar el espíritu y el cuerpo.
Pero ¿Cómo resistir a no beberlo, si el café eres tú?
No me gusta el café, pero lo bebería contigo el resto de mi vida.
O lo bebería sin ti, para sentirte conmigo...
Aunque no estés en mi vida.
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