“El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman” -Carl Gustav Jung.
Desde los inicios de nuestra historia, diferentes disciplinas han intentado establecer un concepto del amor; lo hemos analizado en la caricia de la poesía y disecado bajo el microscopio de la metafísica, ¿Por qué nos enamoramos? ¿Cómo surge la atracción entre individuos? Bajo el pretexto de San Valentín, nos aventuramos a descubrir el conjunto de reacciones bioquímicas responsable de esas mariposas en el estómago.
¿Qué es lo primero que te atrae de una persona? Para muchos esa respuesta es usualmente “sus ojos, su sonrisa, su voz”; lo curioso es que cualquiera de las anteriores es incorrecta según la Revista Científica Nature. Programados con el instinto de reproducción, inconscientemente nuestro organismo guía la atracción sexual para encontrar una pareja cuyo sistema inmune complemente al nuestro a través del HLA (antígeno leucocitario humano). En esta danza de atracción se liberan feromonas de manera inconsciente, esto permitiría a nuestra descendencia contar con mayor variedad inmunitaria y oportunidad de supervivencia.
La frase “El amor es una droga” no es tan alejada de la realidad, pasada la fase de la atracción inicial se dispara un coctel de neurotransmisores que tienen efectos similares al uso de opiáceos, anfetaminas y cocaína -por lo mismo, se caracteriza por bruscos cambios de humor entre la euforia y el estrés o la angustia.
Dopamina: Este neurotransmisor activa el “sistema de recompensa”, similar al que aparece en los juegos de azar. Cuando el nivel de dopamina es alto, vamos a experimentar intensa euforia.
Norepinefrina: La hormona responsable del rubor, el sudor de las manos, las mariposas en el estómago y que además va a nublar nuestro juicio. Da paso a sentimientos de pasión y ansiedad.
Feniletilamina: Anfetamina que también podemos encontrar en el chocolate; aumenta el nivel de dopamina y serotonina en el cuerpo e intensifica las sensaciones de optimismo y alegría. Otra razón para regalarnos chocolates este 14 de Febrero.
Los seres humanos somos criaturas sociales, hemos desarrollado la capacidad de afianzar vínculos con nuestras “tribus” o “manadas” lo cual siempre ha jugado a favor para nuestra supervivencia y beneficio mutuo. Las parejas no son la excepción. Al entrar a esta fase se da lugar a la apertura, el apego y la confianza.
Oxitocina: Se libera al contacto físico -como tomarse de la mano o los abrazos- y durante el orgasmo. Este neurotransmisor induce una sensación de seguridad, confort y unión hacia la otra persona. Cuando sentimos celos, la oxitocina cae drásticamente y le abre paso al cortisol; responsable del estrés, miedo y pánico.
Serotonina: Nos hace sentirnos felices, pero es altamente adictiva ya que el cerebro se acostumbra fácilmente a los niveles de ésta, demandando más y más. Diría Peter Pan “pensamientos felices”, mantener una mente positiva ayuda a elevar los niveles de esta sustancia.
Vasopresina: Por último, esta hormona producida en el hipotálamo no solo nos ayuda a regular nuestros riñones, Lowell Getz, zoólogo que condujo varios experimentos en ratones en los años 70s descubrió que también contribuye a formar y mantener relaciones monógamas en comparación de individuos cuyos niveles de ésta eran mucho menores y presentan tendencias a la infidelidad o la promiscuidad.
El cerebro es su propio universo complejo y desconocido; tiene la capacidad de crear, imaginar, sentir, de liderar un organismo entero. Es el único órgano que busca estudiarse a sí mismo y que, con toda la ciencia actual, aún tenemos muchísimo que desentrañar de sus misterios.
Querido lector, es un placer como siempre compartir este espacio contigo; no me queda más que despedirme y desearte un maravilloso día del amor y la amistad, no sin antes invitarte a seguirnos en nuestras redes para mucho más contenido. Hasta la próxima y…¡Que tu vida esté siempre llena de magia!
