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  • Arturo De la Cruz

Lo vale



¿Sabes cuánto he tenido que esforzarme por intentar hacerla sonreír?, claro que no, sé que no tienes una respuesta para esa pregunta, a ti sólo te sedujo la idea de poseerla y no te importó mentir para lograr tu objetivo, no fuiste compasivo, no tuviste ni siquiera el tiempo para conocer a tu presa.

Te dejaste llevar por sus piernas, por la delicadeza que existe entre sus hombros, pero no quisiste ver más allá, no pensaste en cuanta malicia puede ocasionar la falsedad de un beso, de un te quiero, de un alago, tu estas bien, contento, un trofeo más para agregar a tu lista, ni siquiera sabes cuantas veces ella se ha tomado el tiempo para pensar en tu regreso, jamás interferí en el cariño que ella sentía por ti.

Estoy decepcionado y sé que hay muchos como tú escondiéndose de la verdad, presumiendo de sus engaños, de lo hábiles que son para desnudar el cuerpo de una mujer.

Lo peor de todo es que consideras poco el daño que has causado, cuando te sientes sólo te refugias en su esperanza con un mensaje a las dos de la mañana diciendo que la extrañas y que te gustaría verla, que aún no olvidas todos esos ratos en que fueron felices, que la vas a recordar siempre aunque ahora estés con alguien más, te aprovechas de su poca falta de autoestima, porque sabes que a ella le llena una mísera migaja de amor, y a ti te llena de egocentrismo saber que te sigue perteneciendo.

La dejaste muy lastimada, no sé por dónde iniciar, me sobra compasión cuando se trata de ella, pero más que compasión es cariño, es amor, puedo ver en sus ojos cristalinos que necesita compañía, se aferra a que es fuerte y que no necesita la ayuda de nadie, no sabes la tristeza que me causa verla dormir con un gesto de tristeza en su rostro, es feliz con los detalles que hago por ella, pero sé que no es el momento adecuado para pretenderla, he de curar sus heridas primero, he de dejar que el tiempo haga cicatrices.

Es hermosa y aprovecha de sus atributos para sentirse querida, he observado a lo lejos su larga lista de pretendientes, un martes por la tarde Juan, y el sábado por la noche Esteban, no me incomoda saber que está intentando recuperarse en otros brazos, que se quiera llenar con falsas promesas de amor, al final sólo busca deshacerse de los vestigios que dejaste, lo que me duele es que siempre termina vacía, siempre termina insatisfecha, siempre termina llorando en las borracheras, hasta que le gana el sueño y se va a dormir, aún no ha entendido por sí sola que esa no es la solución.

No te odio, tampoco te desprecio, le has dado una de las lecciones más importantes de su vida, por otra parte, buscaré la manera de llegar a su corazón, de sacarle un poquito de más brillo a su sonrisa, a sus ojitos, limpiar impurezas de un amargo pasado, aunque eso termine con mi paciencia, con mi voluntad, con mis ganas de amar, porque yo a diferencia de ti, se todo lo que ella vale.

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