Fotos: Rolando Escobar Rivera
Visitamos la conocida casa del migrante “Hermanos en el camino” ubicada en Ciudad Ixtepec, Oaxaca. Un lugar geopolíticamente estratégico, por ser punto de intersección entre el Pacífico, el Golfo de México y el flujo migratorio procedente del Sur.
El albergue fue fundado el 26 de febrero del año 2007, por el padre Alejandro Solalinde, quien ha denunciado los abusos que sufren los migrantes indocumentados, recibiendo por eso, amenazas por parte de grupos criminales. En el año 2008, Solalinde fue encarcelado junto con otros 17 migrantes, en Cd. Ixtepec.
Este lugar fue creado con la finalidad de brindar apoyo a migrantes procedentes de países de Centro América; como Honduras, El Salvador y Guatemala: un espacio para que puedan descansar, comer y sentirse seguros, brindándoles una asistencia humanitaria.
Con la ayuda de voluntarios, que ofrecen asistencia médica, psicológica y legal, el albergue ha podido mantenerse en pie. Sin embargo, no ha sido del todo aceptado por la comunidad por prejuicios y discriminación hacia los migrantes indocumentados.
A varios metros del lugar se puede apreciar el segundo piso del albergue. A unos pasos de la puerta se encuentra la oficina. Papeles, teléfonos y carteles de orientación se hacen visibles por todos lados. Desde la entrada se pueden apreciar un patio enorme, varias plantas, baños, y una separación de cuartos de mujeres y hombres
Estos son algunos de los rostros que representan la necesidad económica, la violencia que sufre su país, y la falta de desinterés social por parte del gobierno.
Jonathan es originario de Honduras, y es voluntario en la cocina. Salió de su país el 15 de marzo. Nos cuenta: “Desde que salí, solo caminar, llegué a la frontera de Tecun, luego crucé en balsa el río. Después agarramos combi hasta Tapachula y luego llegamos caminando hasta este lugar.” Los robos en Juchitán se han hecho múltiples, y Jonathan también ha sido parte de las víctimas de estos. “Eran como a las siete de la noche cuando nos asaltaron, nos quitaron las cosas, pues. Pero gracias a Dios estamos vivos, y es lo bueno”.
La Ley de Migración establece que cualquier víctima o testigo de delito tiene derecho a una visa humanitaria; ellos son víctimas del tráfico de personas en primera instancia. Sin embargo, la falta de información que se les niega a los migrantes sobre sus derechos migratorios en el país provoca que sólo unos cuantos soliciten una visa humanitaria.
“Lo que más deseo es que me salga la visa humanitaria que estamos peleando y ya para luego empezar a trabajar en un buen puesto, pues. Y la idea es trabajar aquí en México, no voy para Estados Unidos”. Lleva puesto un mandil, se lo quita y finaliza la plática “Aquí me han tratado súper bien, no me quejo, creo que no mas hay que respetar las reglas y eso es todo, no tendrás conflicto”.
Todas las historias que pasan por aquí son muy fuertes. Uno a veces piensa que con la primera ya lo escucho todo. Pero de repente llega otra y es más fuerte y al final se crea un mar de emociones. Dejamos esta narrativa a su paso para compartirlo con nuestros lectores. Aun falta mucho por una vida digna para todos, pero este albergue nos recuerda que ya se han dado los primeros pasos.
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