Enfermarse en tiempos de COVID
- Amiie Aguirre
- 5 feb 2022
- 2 Min. de lectura

¿Y si tengo COVID?
Esa es la pregunta más frecuente cuando comienzas a tener síntomas gripales. Siempre creemos que a nosotros no nos pasará hasta que nos pasa y nos acordamos de esa entidad divina a la que damos nuestra fe. Y ahí nos ves, deseando que solo sea una gripa común por el cambio de clima, pero los días pasan y solo sientes que esos síntomas se hacen más fuertes, no tan graves como para ir al hospital, pero si para pensar seriamente donde habrá sido que te contagiaste y si te vas a poner tan mal, que quizá no la cuentes.
Es hasta esos momentos que tienes conciencia de lo que haces día a día, si tomas las medidas sanitarias, si respetas la sana distancia, si aplicas el confinamiento, etc. Uno decide creer que con las personas que se junta (amigos cercanos) están libres del virus y no podrán contagiarte. Atas cabos sobre los lugares que visitaste y las personas que viste la última semana, te vuelves paranoico y te convences cada vez más fuerte de que no tienes ese bicho que ha dejado muchos estragos en los últimos años. Pero lo sientes, sientes en el cuerpo que al fin te alcanzó ese destino del que huías poniendo a la suerte de tu lado, porque en realidad nunca te cuidaste, solo anduviste por la vida corriendo con mucha, muchísima suerte.
Y das positivo.
Haces el testamento mentalmente y de la nada prometes cuidarte lo mejor posible. Finalmente te das cuenta de que tienes familia que podría ponerse muy enferma por tu causa y sientes miedo y remordimiento, pero es demasiado tarde. Las culpas relucen y ahora sabes que no debiste ir a esa cena, a esa reunión de cumpleaños, a saludar a todas tus amistades de beso, a bajar el cubrebocas al cuello, a decir que, si te da, pues ni modo, que de todos modos te vas a morir. Y el problema no es morirse, claro que morir por covid-19 es una muerte lenta y dolorosa, pero si bien aceptas tu destino (adelantándote como siempre a los hechos) deja de importarte cuando alguien muy cercano a ti, como tus papás o hermanos, empiezan a sentir los mismos síntomas. Y aunque cuidarte al pie de la letra tampoco garantiza no contagiarte, al menos tienes altas probabilidades de no hacerlo. Al final, uno no tiene la vida comprada, puedes ser el más cuidadoso y aun así morir por otras causas. Moriremos, claro, tarde o temprano, pero debemos cuidarnos para seguir haciendo lo que nos gusta, para llegar hasta donde tengamos y cumplir todos nuestros sueños.
Cuando uno muere todo acaba, sin duda alguna, pero…
¿Podremos cargar con la culpa de haber contagiado a un ser querido y este perder la vida?
Yo creo que no.
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