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Liliana Cecilia Peraza Arias

El Teorema de las Artes: Todos llevamos un artista por dentro


Cuántas veces no hemos escuchado o más recientemente leído en algún meme, la frase “La vida imita al arte/el arte imitando a la vida”. Indudablemente, ambas comparten la esencia más pura del ser humano y su necesidad de expresarse. Querido lector, en un parpadeo, este año ha aterrizado en diciembre y es una verdadera dicha poder compartir contigo un artículo más.

Quizás el título de este artículo te haya despertado cierta curiosidad, y es que las bellas artes son el conjunto de disciplinas más ignoradas por la humanidad, minimizadas a un pasatiempo secundario, una actividad optativa, inclusive no reconocida como una carrera de gran importancia. Soy científica, pero nunca he estado ajena a las artes. Esta vez me gustaría traer mi lupa sobre esta disciplina y, ¿por qué no?, proponer un teorema al respecto; al final de este artículo podrás elaborar tu propio juicio acerca de la veracidad de éste.

Iniciaré con una hipótesis que va a crear controversia instantánea: “Todos los seres humanos son artistas por naturaleza”. Seguramente estarás enlistando todo lo que no puedes o puedes hacer, ya sea que no hayas pasado Crayolas 1 en el kínder o que tus habilidades fotográficas sean de otro mundo, no es para nada a lo que me refiero, así que no te preocupes y no te despegues de la página para enterarte de las tres premisas que buscan demostrarla.

La primera, nos habla de la finalidad principal de las artes y esa es la comunicación. La mayoría de los seres vivos tienen la habilidad de comunicarse, por lo menos con sus congéneres. Existen especies con gran coeficiente de encefalización y sociabilidad que logran comunicarse de alguna u otra manera con otras especies.


Siendo el lenguaje algo natural y necesario, pero limitado, incluso entre las mismas personas (recordemos que no todos hablamos el mismo idioma), el ser humano creó las bellas artes como el medio de la humanidad para expresar sus pensamientos, emociones, ideas y sentimientos, influenciados siempre por su relación y visión del mundo. Por ello, aunque escuchemos una canción en otro idioma que desconocemos, el ritmo y el sentimiento impreso va a transmitirnos la emoción que el autor quiere que sintamos.

El hombre es un ser sociable por naturaleza, necesitamos de otras personas y trabajamos en conjunto, nada de esto sería posible si no pudiésemos conectar a un nivel emocional entre humanos, aunque no nos conozcamos. La segunda premisa habla precisamente de esa capacidad de empatía que busca despertar en nosotros.

Las artes nacieron con la humanidad misma, desde la primera pintura rupestre hasta la canción más moderna en la radio; es el espejo social más longevo que tenemos en el que el artista apela a esa empatía humana. Desde una crítica a la aristocracia Victoriana escrita por Oscar Wilde hasta las fotografías del holocausto o de los refugiados en Afganistán buscan despertar emociones intensas que queden grabadas en la memoria de sus espectadores. Probablemente el hecho de que esta empatía se ha perdido estos últimos años sea una de las razones del intenso nihilismo y la nula tolerancia que atestiguamos internacionalmente.

La última cualidad artística es la de aliviar, Joseph Beuys nos decía que la finalidad del arte es curar y que todo ser humano es un artista. Esto se ha visto en casos como El diario de los escritores libres y el documental de la Dra. Nise en “El corazón de la locura”. No es sorpresa escuchar del efecto terapéutico.



Si el ser humano necesita comunicarse, ser empático y sanar mediante cualquier manifestación artística, aunque no sea profesional, ¿no es lógico afirmar que es artista por naturaleza? Lo dejo a tu criterio, querido lector, y te invito a perseguirlo,pues las artes no solo son nuestro patrimonio y nuestra historia como especie, son la mejor medicina, sobre todo en estos tiempos tan difíciles que pasamos últimamente.

¡Hasta la próxima, que tu vida esté siempre llena de magia!

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