Era un día como cualquier otro, un sacerdote que vivía en las montañas había bajado al pueblo para rezar a Tyr, pero en el transcurso de su viaje se escuchaba el lloriqueo de un bebe, se acercó lentamente para verificar si alguien lo estaba cuidando, lamentablemente sus padres lo habían abandonado.
Un sacerdote de nombre Alvis asomo su cabeza para ver, al hacer esto se percató de que era Semi-Elfo, al ver esto se alejó con un miedo casi indescriptible, como si Tyr muriera en sus brazos, dado que los Semi-Elfos son mal presagio, traen caos y destrucción, pero no podía dejar al pequeño a su suerte, lo tomo entre sus brazos y llevo con él.
Camino a la aldea, pero le adentro un recuerdo de su niñez, el sacerdote de niño solo, con hambre y frio, cuando la sombra de un hombre lo cubrió, este mismo recogió al niño, cuido, alimento y arropo, el sacerdote al ver que su historia se repetiría con el pequeño prefirió dar media y regresar a su casa.
Años pasaron y ese pequeño bebe, creció de la mejor manera, grande, fuerte y bien educado por su padrastro, todo en la vida del niño marchaba comía, jugaba, les rezaba a los dioses del Valhalla y ayuda en el templo.
Un día que estaba solo en el templo de Tyr escucho estruendos que venían de la aldea, asustado y valeroso se asomó a ver lo que sucedía, a lo lejos se miraba un Drakar proveniente de otra aldea, se acercaron lentamente a al puerto del pueblo y lo único que se escuchaba en el inmenso silencio de las montañas era la marea y el cuerno de batalla enemigo, los guerreros del pueblo salieron corriendo hacia la batalla cubriendo a los indefensos, poco a poco más drakares enemigos se acercaban, y los defensores de la aldea fueron cayendo incluyendo al sacerdote que había cuidado del pequeño elfo.
Al ver esto salió corriendo el niño, su sentido de la supervivencia nomas le decía: -"¡CORRE!,¡NO MIRES ATRAS!"-, por el miedo y la desesperación se terminó desmayado a media montaña, pero un hombre al que apenas pudo ver lo salvo, con los ojos entre abierto y por las lágrimas vio que tenía un casco al cual le salían unos hermosos cuernos, frondosa barba que parecía que cuidaba mucho y un detalle particular, le faltaba su mano derecha, parecía que se la habían cortado mal, porque daba la impresión de una mordida, pero por esos lado no había animal alguno que pudiera hacer tal herida, el hombre dejó al niño en un templo remoto en las montañas con comida, comida y ropa abrigada.
Lo puso en el suelo y le susurro -"Vuélvete mi paladín y no tendrás que ver morir a tus seres queridos nunca más"-. El niño al escuchar esto abriría los ojos golpe como si de una pesadilla se tratase pero al abrirlos se daría cuenta del lugar dónde yacía, era el templo más hermoso y limpio que había visto, voltea hacia atrás para ver a quien le habían dedicado, para su sorpresa era para su mismo culto, que era el de Tyr, atando los cabos sueltos dio con la idea de que Tyr lo había salvado y que ahora él tenía una misión, "Convertirse en su paladín" y dado a la traumática situación que acababa de vivir decidió por hacer un "juramento de venganza", arrodillado ante la estatua de su dios dijo unas palabras.
Hoy en este templo yo Eru, hijo del sacerdote Alvis, me convertiré en tu paladín, protegeré a los indefensos a que creen en ti, llevare ante la justicia aquellos que llevan el caos y el miedo, aunque cueste mi vida, todo por ti, señor, tú me diste una segunda oportunidad, ahora la aprovecharé para servirte en cuerpo y alma.
Dicho, se levantó y comenzó a entrenar para ser lo que ahora debía ser salvador, mesías o simplemente luz de esperanza para los que no se podían defender.
Transcurrieron varios años desde ese día Eru se estaba fortaleciendo física y mentalmente con las enseñanzas de su padrastro Alvis, salió al templo para ir a comenzar su travesía, tenía 25 años tenía al momento de su salida, a pesar de ser un semi-elfo, su estructura ósea y su tiempo de madurez eran misma de un humano, era de las cosas que compartía con ellos, agarro su armadura, sus armas su bolso y salió en busca del mal.
Con la actitud, fue de aldea en aldea vigilando a las personas, viendo como actuaban y convivían para saber actuar, todo esto durante la noche, gracias a su asendendencia élfica tenía la capacidad de ver con mucha claridad en la oscuridad. A pesar de tener una armadura muy pesada podía moverse con agilidad y no ser percibido por los lugareños.
Estuvo meses divagando por las tierras nórdicas, cumpliendo sus ideales y enseñanzas, un día tuvo una revelación, visión, que muy pronto se cumpliría, tenía que embarcar un viaje hacia el descubrimiento de el mismo y el pasado que había mantenido oculto su cuidador. Era un viaje que no lograría solo, era una misión para cuatro, así que empezó a buscar compañeros, aldea en aldea, viendo a los mejores candidatos, viajo incluso a otras tierras para ver con quien ir y después de buscar y sufrir, encontró a quienes son compañeros.