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Yeimi Yuliel Morales Calderón

¿EL AMOR QUE PERDIMOS O QUE IGNORAMOS?

Actualizado: 14 may 2023

Querido lector, espero que el mes de abril haya sido no tan nostálgico para ti, en estas semanas en las que el cálido día se apacigua por las tardes con una brisa fresca, en específico en una tarde mientras el sol estaba a nada de ocultarse y se vislumbraban las tonalidades rojas doradas de un atardecer, decidí desde la sombra de un árbol el pensar ¿por qué es que la nostalgia llega cuando pensamos en alguien que extrañamos? ¿qué es lo que nos hace querer estar a un costado de quién ya no está?, de inmediato puede que ustedes obtengan la respuesta al pensar en todos aquellos momentos que añoran vuelvan a suceder, desde los detalles mínimos hasta acontecimientos tan importantes, pero ¿y si detenemos esto un momento y cambiamos de roles?



Hace unos días mientras platicaba con alguien a quien aprecio mucho me contaba que había perdido a alguien quien había sido importante en su vida, los últimos meses había caído en cuenta después de su pérdida que probablemente era su “persona especial” pero todo se había arruinado. La tristeza le había arrebatado las ganas de salir de la cama, la ducha le dolía, el olor a café ya no hacía mejores las mañanas, el transporte público era cada vez más insoportable y concebir la idea de hacer cualquier actividad de ocio era cada vez más intolerante en su cabeza. Al parecer la otra persona en cuestión no la estaba pasando tan bien, los estados continuamente publicados en sus redes sociales (como es común en nuestras generaciones, publicarlo y no hablar de frente) apuntaban a una gran pérdida.



Cierto día, mi “persona favorita” (pongámosle así a quién le dedico esta columna y de quién escribo) decidió salir a tomar un paseo, el clima cambiante de la capital había traído consigo lluvias esporádicas y el clima no favorecía a nadie que no tuviese coche o un paraguas a la mano. Entre los tantos destinos que pudo elegir para caminar y dar un paseo eligió dirigirse al lugar dónde la “ex” trabaja, llevó consigo un paraguas extra, un paraguas especial para evitar que se mojara al salir del trabajo. Todas las riñas y discusiones, todas las palabras hirientes y malos ratos, los disgustos y tragos amargos se resumieron a un acto de profunda preocupación por el bienestar de alguien a quien realmente se quiere. El paraguas esperó en la salida del establecimiento, cerrado, a la espera de esa persona especial, deseoso de ser abierto y poder brindarle la protección de la lluvia, deseoso de poder resguardar a alguien especial a falta de un abrazo. El paraguas cerrado se quedó, mientras quién tuvo la intención de este amable gesto observaba como los cabellos de la otra persona se humedecían mientras se abría paso rápidamente entre la multitud. Aquella chica nunca supo que alguien más le llevó un paraguas para refugiarle de la lluvia.



Esto mi querido lector, va encaminado a aquello que se queda en pausa, a la espera, de detonar aquel amor por el que tanto sufrimos, añoramos y en ocasiones desespera mente buscamos. En ocasiones está afuera, como ese paraguas que se quedó cerrado y que nosotros ignoramos por orgullo, ego o incluso por no saber que ahí está. ¿Te parece si envías ese mensaje? ¿si acudes a esa cita? ¿si respondes esa llamada? Después de todo, si aún dudas en tomar ese paraguas es porque sabes que sigue lloviznando.

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1 Comment


enriquemontejo94
May 02, 2023

Muy agradable lectura 😎👍. Me hace Evocar recuerdos .

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