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David GaMa

¿Demasiada Humanidad?

Tengo ya mis 38 años cumplidos. Oficialmente soy más que un adulto si de edad hablamos; podría decirse que estoy a más de la mitad de mi vida útil/productiva… y aun así, tengo miedo (terror) a ser padre. Al parecer es más que un miedo aislado y sin fundamento, pareciera que es una ola de pensamiento bien arraigado en estas nuevas generaciones.




¿Pero, cuál pudiera ser la causa? ¿A qué se debe esta tendencia de evadir esa función (mas no responsabilidad) biológica de engendrar más seres humanos?


Pudiéramos pensar que la sobrepoblación es el principal motivo o razón por la cual las nuevas generaciones prefieren tener mascotas a manera de hijos, o definitivamente preferir el no dejar huella en el planeta de ninguna manera; los recursos de la Tierra son finitos y año con año sobregiramos la capacidad que tienen los ecosistemas para renovarse y volver a generar los recursos que consumimos. Pudiera ser el hecho de que las nuevas generaciones son incapaces de hacerse de un bien inmueble para establecerse en un solo lugar, seguro y con todas sus necesidades cubiertas como para llamarlo hogar; cada año las ciudades aumentan su densidad de población y los lugares para establecerse son cada vez más pequeños, dejando atrás la posibilidad de tener una familia de más de 3 personas con espacios nulos de esparcimiento y teniendo que recorrer distancias enormes para llegar al centro laboral. Pudiera ser que el nivel de educación requerido para tener un trabajo estable cada vez es más exigente, obligando así a que tanto hombres como mujeres dediquen todo su tiempo en obtener esas expectativas de calidad donde la competencia por una fuente de ingreso es alta y en un medio muy competitivo.



Pudieran ser todas las razones anteriores, pero lo que sí es evidente e irrefutable, es que la población del planeta Tierra se está estabilizando, la población media tiende a ser de edad avanzada año con año, por que las nuevas generaciones tienden desde los años 70’s a tener menos miembros en la familia, esto nos llevara a tener una población mayormente vieja, fuera de su edad productiva, siendo mantenida por una minoría de edad joven. Los sistemas de pensiones no se podrán dar abasto, a menos que la edad productiva sea aumentada, donde veremos gente cada vez más vieja, incapaz de pensionarse o jubilarse, por la obligación de poder mantener las necesidades del estado, que gasta recursos en mantener las pensiones de toda esa población de los 40-50’s los famosos hijos del “Baby-boom” ahora ya jubilados y con dificultades para ser productivos. Los países más desarrollados ya presentan este problema y lo aligeran propiciando la entrada de migrantes de otros países, que por lo general son personas provenientes de ciudades menos desarrolladas y con densidades de población más altas. Es un hecho que la población mundial llegara a una estabilidad donde la cantidad de nacimientos va a ser menor pero también la cantidad de decesos va a ser menor con una expectativa de vida mayor, donde veremos de forma común a las personas de más de 100 años.



Actualmente las poblaciones más jóvenes son las de las naciones menos desarrolladas, como lo son la mayoría del continente africano, la mayoría del Medio Oriente y la India, con la densidad de población más alta actualmente, sobrepasando a la población de China. Se estima que en 30 años o menos la población mundial predominante será de estos países, ya que China implemento con éxito desde hace más de 10 años la política de solo 1 hijo por familia, medida que en su momento se vio de una forma violenta y cruel de control poblacional dado que hace menos de 50 años China era de los países con mayor crecimiento demográfico, pero con un crecimiento económico muy deficiente y con una taza alta de analfabetismo. Esta medida fue en parte lo que proyecto a China como uno de los países económicamente más fuertes en la actualidad.


En resumen y para no hacer el caldo ya más gordo de lo que es… creo que la población misma se está autorregulando a medida que la educación y la competencia se incrementa, y no incluimos los factores psicosociales que son los que determinan el valor a “la familia”, cuestiones que año con año se vuelven matices de ideologías, economía, religión y sociedad, donde ya las familias de antaño no tienen punto de referencia ni comparación con las actuales o con las tendencias para los próximos años. Todo cambia exponencialmente a pasos muy acelerados.


¿Quizá solo le tenemos miedo a la posibilidad de no poder hacer felices a nuestros hijos viendo cómo va pintando el panorama de este planeta lleno de humanos que consumen desproporcionadamente?


¿Quizá no queremos dejar la posibilidad de ver que hay más allá de la comarca?


¿Quizá no queremos aceptar que no somos eternos?



David GaMa



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