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  • Amiie Aguirre

Hola



Me escondo bajo el pelo alborotado colocando la mano en la frente y pensando que eso es suficiente para disimular la mirada. La sonrisa en el rostro es más discreta, en estos tiempos de pandemia es muy útil la restricción pues no se asoma mi deseo. Sin embargo, estoy segura de que mis ojos no son tan cautos, llevo rato observándote. Sin querer nuestras miradas se cruzaron y de la nada me sonreíste ¿Por qué? No sé. Ahora no puedo dejar de verte. Compartes con tus colegas una charla muy amena que deduzco es sobre negocios, el clima o el tan insípido desayuno que han servido en el Hotel. De pronto siento el impulso de pararme e ir hasta ti ¿Para decir qué? Me preguntó al mismo tiempo, los buenos días están de más, pedir la miel para los hot cakes es absurdo pues tengo suficiente y pedir azúcar, es una idea mucho peor, sobre todo porque hemos compartido el espacio desde hace más de media hora y sabemos lo que tenemos sobre la mesa. Me siento como un adolescente que recién ha descubierto la obsesión por la carne.

¿Será prudente pedir tu teléfono? ¿Podrás tomar con naturalidad mi petición? ¿O será que solo sonrías y amablemente te levantes a medio desayuno y te vayas?

No debimos mirarnos, ahora solo estamos inquietas. Por tu lado no comprendes el repentino interés. Y por el mío, no dejo de pensar cómo fue que me cautivaste completamente.

Te mueves nerviosa en tu asiento, acomodas tus lentes varias veces como si al mínimo movimiento estos salieran del lugar asignado; tu cabello, cual lacio caía sobre tus hombros, ahora ha sido removido dejando a la vista el cuello. Todo parece una invitación y uno de esos extraños rituales que se hace inconscientemente cuando se busca cierta intimidad. Vaya, lo voy entendiendo. He movido la cabeza en señal de saludo. Te has sonrojado y en tu rostro un delicado y profundo gesto de alegría se ha dibujado. Ahora lo sé, debemos conocernos. Debemos hablar. Quizá resulte que tenemos los mismos gustos. Tal vez seas tú y solo tú la persona que he estado esperando casi toda la vida. Sin querer divago y en mi mente se desarrollan escenas de felicidad cuando las parejas se toman de la mano y caminan por un prado lleno de flores, con las aves cantando y disfrutando de una relación inigualable. Yo y mis ideas locas.

Te levantas y me dices adiós con la mano. Mi corazón siente un golpe de emoción al verte suspirar ¡Esta es la señal! No cabe duda de ello y dejo todo sobre la mesa para ir tras de ti. Me importa un bledo que las personas hayan notado algo en esta actitud poco entendible, ahora mismo tengo una sola cosa en el pensamiento y es conocerte. Me da igual si he puesto mi identidad al descubierto. Me imagino muchas cosas: una vida, una charla, un café caliente humeando entre las dos, una casa, libros por todos lados, un loro y tal vez dos gatos. Así de cursi soy.

Voy firme y segura siguiendo tus pasos, los cuales se dirigen hacia un lugar apartado de los demás, puedo adivinar cual es tu juego, otras veces ya lo he vivido y se perfectamente lo que va a ocurrir. Nunca ha fallado esta técnica de conquista, pero, por inconcebible que parezca, algo me envuelve en un sentimiento más allá de mis oscuros deseos ¿Podría ser esto una cura? ¿Finalmente he saciado todo este delirio?

Veo como vas de un extremo a otro por ese largo pasillo que parece no tener final, juegas tal cual niña pequeña que ha solicitado atención y espera encontrar alguna diversión. Sabes que tienes mi atención desde que entraste por la puerta al restaurante con tus jeans ajustados color azul, tu camisa blanca de manga larga con el logotipo de la empresa, con esos zapatos de tacón afilado, con tu cabello suelto por la recién ducha y al natural sin gota de maquillaje que ensuciara tus bellas y extraordinarias facciones. Me tienes desde el momento cero.

Finalmente topamos con pared y nadie puede vernos, te volteas para encararme y remojas tus labios. Sin decir una sola palabra me haces una invitación para acercarme y así respirar tu dulce perfume de cerca, el cual, debo decir, me ha hipnotizado. Me acerco sin miedo. Voy tan lento como puedo para guardar en mi mente el instante. Quiero recordarte así. Y es que eres tan enigmática, que cuando nuestras manos se tocan nos recorre la electricidad. Jamás me había sentido así, insisto, jamás. Mi corazón late tan rápido que puedo jurar que notas mi excitación. Me siento feliz, tan viva, tan motivada a dar el siguiente paso. El amor a primera vista si existe. Lo sé, lo sé ahora mismo cuando tu mirada se centra en la mía. Nunca creí que llegaría a ser normal ¿Con que así se siente?

Estoy tan metida en cada una de las emociones que tengo, que ignoro por completo al monstruo surgir de la nada. Me toma desprevenida, se adueña de mí y sin poder hacer algo al respecto, se revela la verdadera intención. La sed de sangre se combina con el amor que acaba de nacer. Me ves dudosa y tu cara es de completa confusión. Esto no puede estar pasando, estoy entre la espada y la pared.

¿Como voy a matarte ahora?

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