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Kevin Salgado

Te presento a Gaia



Seguramente has escuchado alguna vez, ya sea en algún medio informativo, redes sociales o en charlas casuales con tus amigos mencionar que los humanos estamos “destruyendo el planeta”, talando bosques enteros, quemando basura, combustibles fósiles y tirando plástico a los océanos, que la consecuencia de nuestros actos es un inminente desequilibrio climático, que atenta contra la biósfera de nuestro ecosistema y el resultado final será fatal para la vida: una tierra inhabitable. Pero siendo justos, ¿qué tan fácil es “destruir el planeta”? A través de varios eones la tierra ha soportado erupciones de supervolcanes, terremotos devastadores, meteoritos, incluso una colisión contra un objeto de dimensiones similares a las del vecino rojo la dejó permanentemente inclinada, y le desprendió un gran pedazo de cuerpo que, eventualmente, se convirtió en su satélite natural, encomendado a regular las mareas, convirtiéndose así en cómplice de la vida, de la biosfera , como todos los “desastres” anteriormente mencionados. ¡Qué extraño! Tal parece que todos los eventos, por más catastróficos que puedan ser, se convierten en secuaces de este hábitat, como si el mundo supiera reaccionar ante agentes externos destructivos, ¿no se suponía que todo siste oma cerrado tiende a la máxima entropía? La respuesta puede ser simple, pero sorprendente, estamos frente a un mecanismo conocido: un sistema que se adapta a las condiciones externas con el fin de preservar, de sobrevivir… ¡un gran organismo autorregulado! Y su nombre es Gaia.


La hipótesis de la Gaia tiene su origen en 1965, cuando la NASA confía en James Lovelock para el primer proyecto encargado de encontrar vida en Marte, aunque la búsqueda fue un fracaso, las conclusiones resultaron ser muy interesantes. La singularidad de las condiciones de la Tierra llevó a Lovelock a formar su primera hipótesis sobre el tema: la vida en el planeta sería imposible sin la existencia de la atmósfera, pero ¡la existencia de la atmósfera sería imposible sin la vida misma! En su obra “Gaia”, una nueva visión de la vida sobre la tierra” Loverlock la define como: “una ciudad compleja que implica a la biosfera, atmósfera, océanos y tierra; constituyendo en su totalidad un sistema cibernético o retroalimentado que busca un entorno físico y químico óptimo para la vida en el planeta”. Desde esta perspectiva, la Gaia actúa como un organismo vivo y, mediante procesos de autorregulación internos, optimiza las condiciones para la existencia orgánica en ella. Es una madre, pues hace todo lo posible para defender a su querido hijo: la vida. Pero no es cualquier madre, ella está siempre atenta a las necesidades de su pequeño, a los peligros que le asechan, ha sabido, a lo largo de los eones que lleva viva, proteger a su bebé, adaptarse para él… preservarlo. Te presento a Gaia, madre de la vida… nuestra madre. Hoy parece que el bebé de Gaia es todo un hombrecito, millones de años de evolución que lo convergen nos han servido y han comprado una conciencia, al precio de la independencia de su madre, haciendo surgir: el proyecto humano. Ya no nos sentimos parte del organismo, parece que él no decide más nuestro destino, nosotros decidimos el suyo, hemos crecido y somos capaces de tomar nuestras propias decisiones: matar o dejar vivir a otras especies, talar o plantar árboles, tener o no tener hijos, vivir en ahí o… ¿emigrar a otros planetas? El proyecto humano es un nuevo superorganismo autorregulado, mucho más joven que Gaia, paralelo a ella, pero inseparable. ¿Es este el hijo que querías, Gaia? Creamos sistemas económicos que producen incesantemente, gastamos los recursos finitos para alcanzar un sueño infinito, consumimos más de lo que necesitamos; somos insaciables, asesinos, nos hemos olvidado de nuestras raíces, de nuestra madre, ignoramos el milagro imposible de la vida y devaluamos el esfuerzo de nuestra madre; nos creemos dioses y sólo nos importa consumir para saciar nuestros instintos más banales… ¡te estamos matando Gaia!, y aún nos mantienes vivos, y te seguirás esforzando por mantenernos así… ¿o no? Gaia sabe cuándo y cómo autorregularse, su misión es preservar la vida sin discriminar el grado de complejidad de esta, a ella no le importa quién está en la cima de la cadena alimenticia y como prueba, lleva tatuadas en su piel las cicatrices de por lo menos cinco extinciones masivas… no nos teme en absoluto. Nosotros somos un subproducto que lleva aquí un parpadeo comparado con la edad de nuestra madre, ella ha estado aquí por lo menos 4 mil millones de años, y debemos tener cuidado, porque cuando necesita tomar acciones para proteger a su primogénito, ella es peor que cruel, es imparcial.


Estimado lector, cuéntame tu opinión acerca de la teoría de la Gaia, ¿crees que el planeta es un organismo independiente autorregulado del cual somos poco más que sólo partícipes? Recomiendo ampliamente la lectura mencionada “Gaia, una nueva visión de la vida sobre la tierra” de Loverlock, la cual fundamenta la teoría de la Gaia con argumentos científicos. Escríbenos en: Facebook: M21, Twitter: M21, Instagram: M21.

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