La masacre que se vive en la República de Colombia levanta las alertas en todo el mundo, ante esta preocupación y el hecho de ver que aún no se han buscado estrategias para ayudarlos, que pasan días y las muertes siguen aumentando, la intranquilidad de su población, el encarecimiento en los precios de la canasta básica de alimentos y el sector salud por la Reforma Tributaria que se aproxima, el caos que enfrentan, me llenó de impotencia y es que el ser de México no quiere decir que no nos duela la crisis de otra Nación.
Así que, en esta ocasión quise comprender más que cifras, la tragedia; para ello, pedí de manera muy respetuosa a una persona colombiana que radica en México, que me contara como es la vida en su patria y esto fue lo que me dijo:
“Yo decía años atrás que jamás saldría de mi país a vivir en otro, lo amo profundamente y me siento muy orgullosa de dónde vengo, pero a veces la vida no es lo que uno quiere, sino lo que le toca.
A mí me tocó emigrar; y si emigrar puede ser difícil, ahora imagínese lo que puede ser que lleguen a su finca y le violen una hija cinco o seis hombres armados, le saquen de su pueblo que es todo lo que conoces como campesino humilde y trabajador que es, simplemente porque no comparte las ideas políticas (desplazamiento de paramilitares), que se lleven a su hijo de ocho años para que en la selva le entreguen un fusil, le enseñen a disparar a quema ropa y le arrebaten su infancia (reclutamiento de menores por parte de las guerrillas), que le toque dar vacuna, así le llaman al hecho de obligarlo a dar parte de las ganancias de su trabajo porque si no lo matan y a toda su familia (extorsiones de las BACRIM) imagínese lo que debe sentir una madre cuando desaparecen su hijo, con una promesa de empleo y luego de unos meses lo hacen falsamente aparecer como un guerrillero peligroso dado de baja en combate (falsos positivos).
Así como este le podría hacer una lista enorme de todas las injusticias que se viven en mi Nación por parte de los varios grupos armados al margen de la ley, pero lo más triste y lo que más duele es que ahora no solo nos debemos enfrentar a esto, sino que en nuestro libre derecho a ejercer la protesta.
Porque queremos justicia, ya que nos roban por todos lados, nos roban la salud digna, nos roban el derecho al empleo, el derecho a crear empresa, el derecho a vivir dignamente y sin miedo, hoy mi país vive una de las crisis más duras de los últimos años, en medio de una pandemia, siendo receptores del desplazamiento de la Nación vecina, con una economía en ruina el gobierno decide aumentar los impuestos y como en mi tierra somos unos verracos, salimos a marchar pacíficamente para exigir que se caiga una reforma tributaria y lo que recibimos es un gobierno que le entrega armamento a sus policías y soldados para que tiren a matar a los manifestantes, que les da vía libre para que disparen contra su misma gente, que nos enfrenta y divide para que olvidemos el verdadero objetivo de nuestra lucha, NOS ESTÁN MATANDO.
Aunque de algo estoy segura, nos disparan al cuerpo, pero al espíritu de lucha y justicia no podrán matarlo, y es que usted tendría que toparse con uno de nosotros para saber que orgullosos nos sentimos de ser colombianos”.
Sin duda alguna, esta Nación; pese a la pandemia se ha unido como pueblo una vez más, para hacer valer sus derechos, realizando protestas, manifestaciones y Paro Nacional, solicitando ayuda y la atención del gobierno por encontrar a las personas desaparecidas, justicia por todas las muertes y la desintegración del ESMAD.
Invito al pueblo de México a solidarizarnos con ellos, seguramente estaríamos en contra de la Reforma Tributaria si fuéramos colombianos y entenderíamos verdaderamente lo que allá ocurre, porque es fácil leerlo, lo difícil es vivirlo.
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