Entiendo que nadie quiera hablar de matemáticas, sé que además de ser la asignatura que más odiabas en la escuela, nunca comprendiste del todo su utilidad, y es que, seamos sinceros, ¿quién ha aplicado el teorema de Pitágoras en la vida cotidiana? No obstante, estimado lector, pido una oportunidad e intentaré cambiar tu forma de ver esta disciplina, tranquilo, prometo que no habrá formulas complejas ni tareas tediosas.
El propósito de las matemáticas, lejos de hacerte la vida académica imposible y así truncar tu carrera como astronauta, es darle sentido a los fenómenos que observamos, y aunque parece poco, quiero que dimensiones lo impactante que esta afirmación puede llegar a ser. Eugene Paul Wigner (Premio Nobel de Física en 1963) llegó a decir que: “No es en absoluto natural que existan leyes en la naturaleza, y mucho menos, que el hombre sea capaz de descubrirlas”. Con mucha razón, la utilidad que tiene esta disciplina en las ciencias naturales es algo que sin duda roza lo misterioso.
Observar cómo cae una manzana de un árbol y aceptar que es un patrón que se repetirá para siempre, sería algo tan banal que las mentes más curiosas no lo aceptarían, afortunadamente, los humanos somos curiosos por naturaleza, y por eso hace muchos años el señor Isaac Newton, en su intento de encontrar una explicación a la caída de los objetos, tuvo la fortuna de encontrar las ciencias exactas y el ingenio de utilizarlas como una herramienta interpretativa. Su sorpresa fue grande cuando vio que el mismo lenguaje con el que contaba sus años de vida o los miembros de su familia, era capaz de modelar la caída de cualquier objeto y predecir con gran exactitud tiempos de caídas, velocidades, e incluso la fuerza con la que golpeaban la tierra al caer. Impactante, ¿verdad?
Pues no es todo, cuando alzó su vista al cielo se dio cuenta que la matemáticas también podían modelar con precisión el movimiento de los cuerpos celestes, un lenguaje con el que se comunica el universo, lo cual era y sigue siendo un milagro por lo apropiado que resulta para la formulación de leyes de física; un regalo maravilloso que no comprendemos ni merecemos. Parece que al fin encontramos la llave con la que podemos abrir el candado que guarda el secreto del funcionamiento del universo, pero… ¿realmente la encontramos o la hemos inventado?
Las matemáticas, ¿una herramienta humana creada para modelar e interpretar aquello que nos rodea o el lenguaje en el que está escrita la naturaleza? Aunque no lo creas, esto sigue un tema recurrente de debate entre filósofos y matemáticos, pues no existe una conclusión con argumentos tan sólidos para generar un consenso en esta discusión. Parece fácil concluir que estos fenómenos siempre han existido y nosotros los estamos descubriendo mediante la utilización de una sintaxis específica a la que denominamos matemáticas, y este proceso nos genera la ilusión de haberlas inventado, pero de ser así, no existiría en el universo un solo invento genuino.
La afirmación anterior me suena deficiente, porque si la extrapolamos a una computadora, esta dejaría de ser un invento, ya que todas sus piezas son creadas a partir de elementos previamente existentes y puestas en un orden poco probable, no hemos inventado una computadora, hemos descubierto una configuración diferente de la materia. Lo cierto es que la definición de “inventar” que debemos tomar debe ser la siguiente: un invento será aquello que, de no haber mano de obra humana de por medio, su existencia sería imposible.
Ciertamente hay matemáticas (proto matemáticas) que se comparten de forma casi unánime entre culturas, incluso entre especies, son aquellas que tienen que ver con medir o contar, y se interpretan con números o formas geométricas, nuestros antepasados dejaron registro de cómo las utilizaron para sembrar, las abejas hacen uso de ellas para crear sus panales y nosotros las seguimos ocupando en un sinfín de aplicaciones, por lo que fácilmente podemos considerarlas como descubiertas.
Pero ¿qué hay del desarrollo imaginativo de las matemáticas? Aquellas que no estarían aquí de no ser por el ser humano, hablo de polinomios, derivadas, fractales, matrices, números complejos, categorías abelianas, estas cosas están mucho más cercanas a ser inventadas. La palabra inventar tiene sentido y objetivo, y una gran parte de lo que hoy llamamos matemáticas satisface bien el significado de esta palabra.
Viéndolo así, las matemáticas pueden carecer de comportamiento homogéneo en cuanto al hecho de ser descubiertas o inventadas, no obstante, considero que la mayor parte de estas (por lo menos los elementos más complejos y recientes) son genuinamente una herramienta inventada (y constantemente actualizada) por la insaciable imaginación del hombre en su afán por saber lo que ocurrió en el pasado y predecir cómo se comportará el futuro.
Esta pregunta carece de reparo definitivo al estar dotada de diversas respuestas que evolucionan con el tiempo, por lo que, desde la comodidad de mi escritorio me es fácil reconocer que es imposible terminar con el debate aquí, por ello, el propósito de esta columna es principalmente invitar a la reflexión, para obtener conclusiones individuales. Si tienes una respuesta diferente a las presentadas en este texto puedes hacerlas llegar a nuestras redes sociales donde con gusto las analizaremos. Facebook: M21, Twitter: M21, Instagram: M21.
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