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  • Iván Anuar Montiel Ruiz

Hablemos de Punk, hablemos de Minutemen

¿Qué es el punk? ¿Un encasillado género musical? ¿Una forma de ser un sucio anti sistema? Creo que la forma más sencilla de responder a la pregunta es descubriendo primero, ¿qué hace el punk? Así como el cinismo a la filosofía, el punk es esa vertiente incomoda de la música que se encarga de cuestionar. Grandes cuestionadores de la música han sido Johnny Cash, Nick Drake, Brian Enno, David Bowie, Elton John. Pero hoy voy más al origen musical, y no me refiero a los conocidisimos y choteadisimos Sex Pistols, Ramones, The Clash, etc.

La escena estadounidense, a principios de los ochenta estaba inclinando al punk a sectores desconocidos, mientras que los ingleses se vertieron a algo más oscuro con el sufrimiento del post-punk. El hard-core cobraba una fuerza que se convertiría en inminencia inconmensurable y que jamás se esfumaría. Justo en medio, con un bagaje que jugaba mas con el rock clásico y el progresivo tardío, dos amigos del pobre condado de San Pedro, California, comenzaban a practicar con sus instrumentos musicales. D. Boone Y Mike Watt comenzarían con el proyecto más disonante, disruptivo, de-constructivo e infravalorado de, no sólo la historia del punk como género, sino tal vez de la música: Minutemen. Junto con George Hurley en el batería, el bajo de Watt y la Guitarra de Boone se definían por lo efímero: efímeras canciones, efímeros albums e, incluso, una efímera carrera. Pero en 1984, llevaron al punk rock a lugares inhóspitos.



Antes de seguir, usando mi inicial necesidad de definir el punk y con mi misma respuesta, ¿qué preguntas me generan Minutemen? La primera y que es quinta esencial para proseguir es: ¿cómo carajos reseño un disco de cuarenta y tres canciones? Sobre todo, que consta de cortes en vivo, covers, instrumentales, dando la sensación de que la banda no quería dejar de lado nada que haya sido creado en la sesión de Double Nickel on the Dime, el disco doble, que raya en los 80 minutos y que los catapultaria a un status de leyendas del punk. La segunda (y tercera) es: ¿qué diablos estoy escuchando? ¿Es esto punk? En un momento inflexivo para el género mismo, Minutemen eran considerados por sus contemporáneos como una anomalía, una verdadera rareza que sólo sabían que era punk por que era la única etiqueta que más o menos se les acomodaba.



Tenemos un bajo implacable que oscila entre el jazz, el proto-punk de los Stooges y el post-punk britanico; las disonantes y frenéticas guitarras, que más que ayudarnos en distinguir el género preciso que quieren tocar, nos confunden, disocian y sumergen en una ambigüedad tan deliciosamente ejecutada, que lo anterior queda en segundo plano; y una batería de un dinamismo incomparable, que se echa en hombros el peso de la banda para mantenerla en ecuanimidad. Otra pregunta que me surge a raíz de esto es, ¿que los hace tan punk? La respuesta es un sólido listado de cualidades y virtudes que los distinguen de sus antecedentes y sus precedentes: socialmente conscientes, directamente políticos, empáticos, humildes, divertidos y gracioso, críticos, incisivos…



Para responder la primera pregunta y poder proseguir a reseñar semejante logro musical, la respuesta es hacer selección de los cortos a reseñar. Entre tantas canciones tan sólidas y esenciales, es difícil pero no imposible. 26 canciones son las que sobresalen para una dinámica más depurada, no demeritando los demás cortes ni mucho menos, solo que complicarían y alargarían este ejercicio.

El arrancar de un vehículo comienza este viaje: D.’s Car Jam/Anxious Mo-Fo abre con una sólida línea de bajo; riffs de fondo y una muy versátil batería son como desenvuelve el corte. Una de las tónicas de la banda a lo largo de su trayectoria, es el humor. A veces es muy difícil de traducir o de explicar sin qué pierda el chiste. Pero es gran parte de la cadencia de la banda. Tan abrupta como empezó, termina la canción para darle paso a Theatre is the Life of You: con un aire de familiaridad con el corte anterior, pero con un desenvolvimiento más involucrado con el Jazz. Otra acotación: a pesar de los cortos tiempos de las canciones, el desarrollo de las mismas es tan orgánico y completo, que se pueden apreciar pequeños solos de guitarra en la mayoría de los cortes. Esto es apenas el comienzo, un pequeño calentamiento de un frenético viaje. “Vietnam” se encarga de pisar el acelerador. Una intempestiva línea de bajo y disonantes riffs; entre lo cómico y lo serio, hablando de la guerra. Comienza a sentirse el aire en contra, la velocidad en la piel. Este carro ya va a cien y se siente con el pasar de las canciones, pero apenas va el principio, y el viaje es largo…

Saltamos hasta “Shit from an Old Notebook”, con un aire bastante diferente, una lírica en contra del consumismo y el manejo de masas, nos recuerda la posición verdaderamente punk de la banda. “Nature Without a Man” arranca intempestiva, con un esquizoide riff, una lírica tajante y un dejo de estar escuchando un disco completamente diferente. Es impresionante la versatilidad de Minutemen, y su facilidad para hacerte adentrar a su mundo, de ser copiloto en esta carrera. “One Reporteros Opinión”, comienza con un juego previo de los instrumentos, que desemboca en una tonada bastante funk, que habla, particularmente, del bajista Mike Watt, criticando su aspecto en forma de burla. Su humor es parejo, todo es motivo de mofa en el mundo de Minutemen. Otro giro musical ocurre con “Political Song for Michael Jackson to Sing”, un corte más sencillo pero cubierto de toda la idiosincrasia de destaca a la banda, la voz de D. Boon es el instrumento principal de lidera el corte, irónica e irreverente. Súbitamente, pasamos a un corte más introspectivo, pero no por eso carente de ironía y sarcasmo, “Maybe Partying Will Help” vuelve a abrir el rango musical de la banda, con un juego más controlado, pero no por ello menos virtuoso. “As I look at this beautiful land I can help but to realice, that I am alone”… una poderosa lírica qué sé me ha quedado grabada desde la primera vez que escuche este álbum.

Alrededor de la primer tercera parte del disco a terminado, pero las sorpresas siguen llegando en este intrépido viaje. Una sombría línea de bajo y un lejano riff de guitarra es la primera concepción de “Toddies”, con una rápida crítica a la superficialidad. “Retreat” continúa con la línea sombría de bajo anterior, un recurso qué utilizan excepcionalmente para dar un aire de familiaridad y continuidad a sus efímeros cortes. Una melodía más amigable da pie a “The Big Foist” con una atmósfera de ironía; el formato lírico qué usa la banda no tiene precedentes: pueden condensar una idea con tan pocas palabras, son Haikus musicales, concisos y hermosos, llenos de cultura, crítica e idiosincrasia; pero todo esto lo explotan al máximo en, probablemente, su corte más famoso. Un lento riff da paso a una canción que fue icónica a principio de los dos miles: “Corona” fue usada como el intro de un muy famoso programa llamado “Jackass”, el impacto cultural del programa y de la canción son indudables y evocativos. Por mucho uno de los cortes más largos de todo el álbum, además de ser la canción más estructurada como tal, habla claramente de un tema: la pobreza: creo que por lo mismo se uso para dicho programa, ya qué ejemplifica lo que los miembros del show estaban dispuestos a hacer para sobrevivirla.



“The Glory of Man”, un corte larguísimo para lo que nos tienen acostumbrados, retoma la intrepidez de éste viaje en cada instrumento, probablemente el mejor trabajo de batería de George Hurley; lo disonantes ahora es la lírica, mucho más figurativa, pero de grandiosas frases. “My Heart and the Real World” retoma las canciones cortas y, cabe destacar (aunque no solo de éste corte), que las líricas de la banda también exploran el uso de palabras difíciles de escuchar en canciones comunes, explotan el recurso de tecnicismos y coloquialismos, son demencialmente talentosos en el uso de sus palabras. “History Lesson part II” es el corte con el que los conocí, de cierta manera. El inicio del álbum “40oz. Of Freedom”de la agrupación Sublime, tiene un breve sampleo de esta canción. Un breve resumen musicalizado de la larga relación entre Mike Watt y D. Boon, amigos desde la secundaria. Seguramente más de una banda de punk americano ha de identificar este corte como una de sus principales inspiraciones. Está ruptura de la cuarta pared (si se puede mencionar así), es otro inesperado cambio a la tónica del disco, que lo baña en frescura.

Abruptamente, el viaje da vuelta en una curva muy cerrada, “The Roar of the Masses Could Be Farts”, es un vertiginoso corte, con toda el alma punk de actos como Black Flag y Husker Dü, hablando de lo efímero de la juventud. Una vez más, con un aire de continuidad, empieza “West Germany”, pero que cambia radicalmente de tema: el neofascismo, y que será también retomado en el siguiente corte, “ The Politics of Time”. “Nothing indeed es una desviación del recorrido, con un aire de rock sureño americano y temática sobre la indecisión, dándole fin al segundo tercio del disco. Un total de treinta cortes qué hablan tan poco pero de tanto a la vez. Lleno de seriedad, humor, sarcasmo e ironía.

Y, de repente, ¡pisan el acelerador! “ This Ain’t No Picnic” nos empuja contra nuestros asientos. Las impotencias de la vida diaria, las dificultades de tener un trabajo común y corriente y, además, tener una banda, esto no es un picnic, pero ellos lo saben, ese es su lado punk de conciencia social. Por ello sus shows eran temprano, por eso usaban ropa de oficina o de taller a sus tocadas, no era el punk británico anti sistema qué sé vendió a la inmediatez. Sin autoproclamarse comunistas, sus letras tienen dejos de ello. Son antifascistas, son personas regulares haciendo su vida lo más regular posible. “Spillage” es otro cubetazo de frescura. Sencilla pero ejemplar con guiños sobre el uso de sustancias y sus consecuencias. Son abiertamente políticos, y sobre todo conscientes, cómo dejan claro con “Untitled Song for Latín America”, donde crudamente hablan del trato de los Países Occidental hacia Latinoamérica, su colonización y saqueo.

El final se acerca, se siente en el aire, en la atmósfera. “Jesus and Tequila” es una canción de despecho, desamor y desapego. Sencilla y al punto, pero con otro giro estilístico interesante. Contratando con la pieza anterior, “Martin’s Story” habla de esfuerzo y paciencia, con un estrepitoso bajo nos lleva a mi canción favorita del disco. Al son de dos voces, una narrando y otra cantando, casi al unísono, “Dr. Wu” es la última gran sorpresa de un extenso material. De una genialidad inexplicable, puedo asegurar que, en mis 25 años escuchando música, nunca he oído una canción similar. De letra reminiscente, el estilo y la composición son dignos de una tesis aparte. Minutemen logra vertir la mayoría de su personalidad en una sola canción, con una cadencia prístina y logrando plasmar una atmósfera de despido, cómo el adiós de un gran amigo. Hemos llegado a destino. “The World According to Nouns” no es la última canción del disco, pero si es la que le da un cierre definitivo. Si en “Dr. Wu” son capaces de verter todo su estilo, aquí vierte toda su idiosincrasia, en una manera tan compacta, que es casi absurdo. Pero eso es parte de ellos, hacernos sentir lo absurdo de la vida, lo efímero de la realidad, lo caótico de la verdad, y lo frenético de todo ese recorrido.

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